El sábado pasado Chiqui y yo agarramos nuestras cosas y salimos rumbo al sur chico. Llegamos sanos y salvos -habíamos ido en mi fiel bólido, corríamos muchos riesgos- a nuestro destino para disfrutar del rico sol, el mar, la arena y la comida. No hay nada como estar frente al mar y relajarte al lado de tu media naranja.
Espero que les gusten estas fotos, no hay muchas en las que yo salga porque la verdad tenía arena hasta en el ombligo. Soy una niña cuando voy a la playa, no me molesta ensuciarme ni mojarme. ¿La razón? Crecí en el norte. Frente al mar.