Hasta hace poco mi forma favorita de llevar las uñas era cortas y de un solo color. ¿La razón? Comodidad y poca paciencia para dejarlas crecer y darles los cuidados necesario. Me había acostumbrado a usarlas así y ni bien veía que crecían un poco, ya estaba recortándolas porque me dolían lo dedos, me arañaba al rascarme el rostro y no sé, cualquier otra cosa. Sin embargo, poco a poco, la curiosidad empezó a apoderare de mi gracias a la influencia de mis fashion icons favoritas -si me conoces ya imaginarás de quiénes te estoy hablando- así que cuando me invitaron a probar las uñas de porcelana, me animé. De un tiempo a esta parte creo que hay que probar de todo en esta vida y si se trata de la belleza, ¿por qué no intentarlo? 

Es así como acabé con mi primera puesta de uñas de porcelana. Si me sigues en Snapchat (me encuentras como PinkChick2105) viste todo el proceso, que demoró unas dos horas aproximadamente. No te voy a mentir, si no estás acostumbrada a llevar las uñas largas, la primera semana te sentirás extraña, no sabrás cómo hacer las cosas de tu rutina diario como por ejemplo, tipear en la computadora o el celular. Ni qué decir de cuando tienes que cerrar lo ganchos de cualquier collar o pulsera porque en serio piensas que puedes romper el hermoso trabajo y todo lo que costó que tus uñas se vean así de maravillosas. Porque sí, una vez veas el resultado final, te vas a enamorar, más aún si escoges un color de esmalte espectacular y para mi primera puesta, yo me incliné por un marrón mate, imagínate pues, tenía una relación amor/ odio con mis uñas. Amaba el color y cómo se me veían pero odiaba no poder hacer muchas cosas.