Tenía este post dando vueltas hace mucho en mi cuaderno de pendientes, hasta que por fin me decidí y por fin ve la luz de sus pantallas. Y es que hoy quiero hacer una reflexión para aligerar la tensión del 21/12/2012 y porque bueno, es fin de semana y este es un blog divertido, así que el tema del día de hoy será: el maquillaje y yo. ¿Cómo así pasé de tener solo dos cosas básicas: polvos y base a una lonchera llena de productos que me encantan y con los cuales no podría vivir? Sí. Así se las pongo. No podría vivir sin mi maquillaje.
Quizás sea porque a los 13 me diagnosticaron con
vitiligo y desde esa edad uso polvos y base; bueno, ahora no tanto porque mi piel está mucho mejor. Como toda enfermedad inmunológica, todo depende del estado de ánimo, o algo así me dijo el doctor. En fin, volviendo al tema, desde los 13 años hasta los 24 los delineadores, rubores, brochas y cualquier otro producto de belleza no estaban incluidos en mi lista de compras. No sé si fue el blog, los eventos de
MAC, la influencia de
Estilozas y su eterno amor por verse bella que hizo que me sienta atraída y motivada a empezar una colección de cosméticos que a la fecha sigue aumentando.
Antes no sabía ni qué era un primer (producto que prepara la piel para el maquillaje, ya sea la base o sombras de ojos), hoy tengo tres. Imagínense pues, hasta los 19 nunca había visto un rizador de pestañas y andaba por el mundo con las cejas sin pintar hasta que vi a una amiga pintárselas. Para mi, era algo fuera de serie. Ahora no puedo salir a la calle sin mi delineador de cejas, bueno, dejo de usarlo cuando voy al gimnasio. Pero el punto es que, he adquirido una dependencia al maquillaje. ¿Les pasa a ustedes?
Y no digo que tenga algo de malo. Es lindo pasar un rato frente al espejo arreglándote y jugando con los colores. A mi simplemente me encanta maquillarme, puedes jugar acentuando los rasgos que más te gustan de tu rostro y simplemente verte linda. ¡Eso es lo mejor! ¿Ustedes qué opinan?